Y entonces subieron por los pies, como hormiguitas trepando debajo de la ropa. Primero entre los dedos, luego por el empeine y haciendo círculos rodeaban ambas piernas. Yo las miraba incrédula, ¿qué hacéis aquí? ¿qué queréis? Pero nada, ellas a su bola, correteando hasta alojarse en el estómago. Menos una. Una lo consiguió y trepó mucho más arriba. Se quedó en la cabeza, paseándose de un lado a otro y del otro al lado. Bailando entre mis pensamientos, mezclandolo todo, sin ningún sentido…